En
ocasiones no damos cuenta del enredo mental que cuesta pasar página a ese libro
que hemos manuscrito de deseos incansables, que sólo uno puede
comprender, y que no quiere
terminar de leerlo jamás, menos de seguir escribiéndolo incansablemente . . .
Acaso
ese enredo esté sujeto a un deseo insistente de poder cambiar cada final al
antojo o ambición de cada cual.
Pasadas
muchas páginas, y más de un libro, terminamos viendo que hay finales escritos
que jamás pueden cambiar.
Sin
darse cuenta que en ese libro no han escrito otros, a quién por no saber, dedicaste
páginas en blanco y que ni siquiera tenían intención de abrir el libro, pasar
páginas, o compartir.
A
todos aquellos que escribí en su lugar . . . sólo puedo pedir un último Perdón . . . y
seguir dibujando ilusiones sueltas
abril de 2012
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